Este viaje está pensado para aquellos amantes de moverse en libertad que quieran evitar los lugares más masificados de la isla, para todos los que quieran descubrir paisajes sorprendentes con un calor humano que sólo existe en este último lugar del mundo. En este viaje hemos respetado un ritmo tranquilo, que permite disfrutar de cada día sin stress, que permite no tener prisa y pararnos a charlar con cualquiera en el camino o descansar un rato tomando un refrescante zumo en cualquier rincón. Un viaje paciente para separarnos de nuestra rutina por un tiempo. Incluimos en el recorrido un vehículo, los hoteles con desayuno, una oficina en La Habana para solucionar los problemas que puedan surgir, los traslados, una reunión cuando llegáis para aclarar todas las dudas, además del seguro de viaje y los vuelos hasta y desde La Habana.

El recorrido comienza en el Valle de Viñales con sus extrañas formaciones rocosas llamadas Mogotes, un lugar perfecto para caminar por entre los cultivos de tabaco y sentarse a charlar tranquilamente con algún guajiro a la sombra de su bohío. Os podemos indicar dónde y qué hacer en cada lugar y qué pequeñas carreteras tomar para llegar a comer a casa de una señora o daros un baño en unos cayos de agua transparente. Viñales es un pequeño pueblecito con aire colonial y apacible desde donde se hacen las excursiones cada día. Después el viaje sigue por los bosques tropicales de Soroa donde se hacen unas fantásticas caminatas y se puede visitar su orquideario. De allí hasta Playa Larga hay unas cuantas horas de viaje (unas 5 aproximadamente) y es el recorrido más largo del programa. En playa Larga un bañito en el Caribe y si queréis levantaros de madrugada para ver aves, pues ahí está uno de los mejores senderos de la isla. Os recomendamos contratar un guía especialista in situ para disfrutar de la observación. Después rumbo a Cienfuegos para encontrarnos con una ciudad llena de vida y belleza. Un paseo por el centro nos llevará a otros tiempos y una paradita en alguna de sus cantinas refrescará nuestra garganta en la plaza. Seguimos marcha hacia el este, hacia Trinidad, uno de los lugares mágicos del recorrido. Aquí tenemos tiempo para poder ir a la playa en el Caribe (a diez minutos) y bucear o navegar o relajarnos y además tiempo para hacer caminatas espectaculares en la montaña (30 minutos) de la Sierra de Escambray. Trinidad es una joya de la arquitectura colonial y pasear por sus calles o bailar en la Casa de la Trova al ritmo más auténtico de Cuba. El final del viaje nos lleva hacia una tranquila ciudad de provincias como Santa Clara donde recorrer el centro histórico o visitar sus museos o la Catedral. Y queda algo importantísimo: La Habana. Para nosotros una de las ciudades más bellas del mundo. Sobre un mapa os podemos contar cuales son los sitios que más nos gustan y dónde contactar con la realidad de este país que se ha convertido en un mito. Un viaje maravilloso que abre la mente y el corazón a otra forma de vida.