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Cosas que hacer en Botswana, sin necesidad de matar elefantes
Cosas que hacer en Botswana, sin necesidad de matar elefantes
Por: Paco Nadal
Mira por donde, el accidente del rey de España mientras cazaba elefantes en Botswana (siempre preferí el topónimo local al españolizado Botsuana) ha hecho más por la promoción de este remoto y desconocido país africano en 48 horas que todas las campañas del Ministerio de Turismo bostwano, en el hipotético caso de que hubiera hecho alguna campaña.
Porque a ver…. que levanten la mano quienes fuesen capaces hasta hoy de decir de corrido la capital de Botswana y los países con los que hace frontera sin consultar la Wikipedia. ¡Uy, qué pocos!
He de reconocer que su Majestad tiene buen gusto a la hora de elegir destino de vacaciones (otra cosa es que comparta su gusto por divertirse matando a otros seres vivos). Botswana es uno de los países más fascinantes del sur de África. Un país sin litoral, encajado entre Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe, de extensión un poco mayor que la de España, pero con solo dos millones de habitantes. Es más fácil cruzarte con un elefante que con un botswano porque el país alberga también la mayor concentración de paquidermos del continente negro: unos 110.000. Población que crece al 5% anual y causa ya conflictos de territorialidad con las comunidades locales. Por eso su caza controlada es legal.
Además de pegarle tiros a los elefantes por la módica cantidad de 37.000 euros la partida, acompañado por un tipo que parece salido de un campamento de los Geyperman, en Botswana se pueden hacer cosas mucho más interesantes. Por ejemplo:
Mi lugar favorito en Botswana es el delta del Okavango. El río Okavango nace en Angola y atraviesa el desierto del Kalahari, que ocupa buena parte de la superficie de Botswana. Pero llega un momento en que no puede más y desaparece en las arenas del gran desierto sin llegar a ver nunca el mar. En esta agonía previa a su disolución forma uno de los más impresionantes deltas de interior: el delta del Okavango, una de las últimas zonas vírgenes del planeta tierra. Una reserva natural aún no alterada por el hombre donde viven elefantes, hipopótamos, jirafas, antílopes, cocodrilos... El delta tiene una extensión tan grande como la provincia de Cáceres y está completamente anegado de agua. Recorrí hace unos años una parte del delta en mokoro, la piragua tradicional botswana, hecha con un tronco vaciado a mano. Solo se oía el siseo de la barca pasando sobre los papiros y los nenúfares y el resoplido de los hipopótamos, que no les gusta ser molestados durante su baño. Se sentía en la piel la fuerza telúrica del África pura. Al atardecer teníamos que espantar a los elefantes de las pequeñas motas de tierra no anegada que quedaban entre las marismas para plantar nuestra tiendas. Luego lo sobrevolé en avioneta y creí ser por un momento Denys Finch Hatton (ya sabéis, ese cazador que se parecía a Robert Redford y que se ligaba a una escritora parecida a Meryl Streep en "Memorias de África").
Otro lugar fascinante son los parques nacionales de Moremi y Chobe, en el norte de Botswana, otra de las zonas vírgenes más interesantes y desconocidas de África. Entre los dos reúnen una población de 60.000 elefantes. A diferencia de lo que pasa en otros parques de Kenia y Tanzania, donde hay más turistas que leones, pasé cuatro días recorriendo el Chobe en un todoterreno sin cruzarme con ningún otro vehículo de occidentales. Plantábamos nuestras tiendas de campaña a la orilla de un río, a prudente distancia de los hipopótamos, en medio de la selva más auténtica, tan solos como Tarzán y Cheeta. Por la noche se oían los rugidos de los leones, sentíamos a las hienas merodear el campamento en busca de los desperdicios. Y por la mañana al abrir la cremallera veías una fila de elefantes pasar a escasos metros, camino del río para su baño matutino.
Los bosquimanos, aborígenes de Botswana (aunque hoy son solo una minoría de unos 45.000 individuos) decoraron hace 4.000 años con pinturas rupestres las Tsodilo Hills, un grupo de cuatro montañas sagradas que emergen solitarias en medio del Kalahari. Son otro de los lugares imprescindibles para ver en Bostwana. También Maún, la principal ciudad del Okavango, ubicada en el extremo sur del delta, a las puertas del Kalahari. La ciudad ha crecido mucho y se ha internacionalizado porque desde aquí parten la mayoría de safaris que se adentran en los parques naturales de Botswana.
En serio: si quieres vivir una verdadera experiencia natural viendo animales en libertad en África, mi recomendación es Bostwana, mejor que ningún otro lugar.
Datos prácticos: el mejor momento para ver grandes animales en los parques nacionales de Botswana es en la época seca, de junio a finales de septiembre. El paisaje se convierte en un escenario reseco y fantasmal y los animales se ven forzados a migrar a las pocas charcas húmedas que quedan. Es la ocasión propicia para observarlos y fotografiarlos.
Yo viaje con la compañía Kananga, que organiza varios tipos de safaris fotográficos al África austral. Me costó unos 2.500 euros, con pasaje aéreo incluido. Y no maté ningún elefante.
Para saber más: el libro de Antonio Picazo, Latidos de África (Ed. Desnivel) dedica un genial capítulo a estas zonas de Botswana.
El PAIS Viajero 16/04/12
http://blogs.elpais.com/paco-nadal/2012/04/cosas-turismo-botswana-matar-elefantes.html#more